martes, 20 de mayo de 2014

Tresminutosdieciochosegundos




Fue un problema la forma en que me enamoré de ti y la forma en que tú te enamoraste de mi, algo exaltado, en un bar repleto de gente sudorosa, gente bailando sin parar y sobre todo fue un problema porque nos besamos de repente, sin cruzar palabra, sumidos en el ambiente lírico de aquella canción que luego escucharíamos hasta la extenuación, canción que entraban por nuestros oídos a nuestro cerebro, y que entraba por nuestros poros a nuestras vísceras, que atravesaba el esternón invadiendo nuestros pericardios y otros órganos cuyos nombres ignoramos (tantas cosas ignoramos), notas musicales cuyo efecto se hacía patente a lo largo de nuestra epidermis y en nuestras piernas y en nuestros muslos , cuando era de noche en aquel bar, y todo se desvanecía en torno a ti y a mí, una canción que tal vez era una canción cualquiera ,pero que no debía serlo porque fue entonces cuando quiso sonar, fue entonces y no antes o más tarde, justo cuando yo te estaba mirando, las luces creando claroscuros, haciéndote aparecer y desaparecer, los rasgos de tu rostro adivinados, pero eras guapa pensé, y sonó aquella canción y no sé, me acerqué a ti que también mirabas, habíamos bebido un poco, tal vez mucho, lo justo para que el alcohol encendiera de un modo exacto nuestros cuerpos de veinte años, para que el alcohol hubiera encendido tus ojos, tus labios pintados o no, espera pintados no, ya eran así de rojos tus labios cuando sonó esa canción, eran de ese rojo un poco increíble y al llegar a ti abrías los brazos para invitarme a ti, para acogerme violenta y suave y nos besamos concentrándonos en nuestras lenguas y en la canción, canción que sonaba con un volumen preciso para silenciar el universo, acallando lo que no fuera nuestras lenguas dulces en nuestras bocas dulces, y tu boca calmaba el dolor del mundo, la música disolvía a tus amigas y a mis amigos, y al camarero, y las luces del local se hicieron sombra borrosa y no veíamos las paredes ni el suelo ni a un tío que bailaba fatal con una chupa de cuero en una esquina y las montañas y las penínsulas, todo se desvanecía con el calor de tu lengua y el alcohol en nuestra sangre templaba el frío de los que tenían frío en otras partes de la Tierra, tus labios en los míos refrescaban los lugares arrasados por un sol inclemente en los parajes desérticos y acababan con el hambre, vertían agua sobre la tierras secas , pero qué digo, no, no, todo estaba diluido en torno a tu paladar, nada existía mientras tocaba tu pelo, porque toqué tu pelo antes de saber tu nombre, no sabía si tenias nombre cuando sonaba esa canción pero sabía la suavidad de tu pelo, tu cuerpo era terso de eso no cabía duda pero poco más comprendía, y parecías morena o como mucho castaña, rubia no, pero qué importaba, lo crucial era la canción, tu boca, tu pelo, tus brazos, la disolución del mundo en esos versos , esa canción que decía las cosas exactas que había que decir, con un compás tan estudiado para que encajáramos allí suavemente sin que sobrara nada ni faltara nada en el universo arremolinando en torno a ti y a mí, un beso que duró tres minutos y dieciocho segundos, lo mismo que la canción, tres minutos y dieciocho segundos hasta que separamos nuestros rostros y vimos nuestras caras y nuestros ojos y el mundo se rehízo poco a poco alrededor, recomponiéndose como pudo, siendo lo que es el mundo , tal vez menos imperfecto o tal vez más bello , no lo sé, pero tú delante, tan cerca, y al menos yo pensé que sí, que te habías posado en mi corazón, que había luz en mis venas, que había enloquecido dulcemente y nos vimos al día siguiente, y al otro y al otro y me llegaste a gustar mucho pensé y nos besábamos escuchando esa canción que resultó ser fascinante en sus recovecos, infinita en cierto modo, inacabable pero algo pasaba, algo no iba bien y un día me dijiste algo pasa, algo no va bien, y me dejaste y yo estuve de acuerdo con ello aunque tal vez te hubiera besado una última vez y hoy han pasado 15 años y te he vuelto a ver y he pensado que no me gustas, aunque tus labios son de un rojo casi inadmisiblemente hermoso, no me gustas he pensado y nunca me has gustado pero jamás he dejado de temblar al escuchar esa canción que ahora estoy escuchando.

1 comentario: